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Ruta #11 Cicloturismo en Florida |
En la ruta #11 de cicloturismo en Florida recorreremos 65 millas de ida y vuelta en paralelo a las vías por las que desde 1886 circularon infinidad de turistas y millares de toneladas de mercancías que hicieron florecer la economía de toda la península. Estaremos por los condados de DeSoto y Hardee en la zona oeste del Peace River donde operaban la Seaboard Air Line y la Atlantic Coast Line Railroad, dos históricas compañías ferroviarias que rivalizaron a lo largo del siglo XX y que terminaron fusionándose hacia 1967. No obstante, en la Florida el transporte de pasajeros fue menguando paulatinamente, la entonces Seaboard Coast Line y un conglomerado de empresas es desde 1986 conocido como CSX Transportation y por esta región acarrea principalmente el fruto de la minería que en este caso es el blanco fosfato que se utiliza básicamente como fertilizante y se exporta mayormente a China. Entre suaves colinas y depresiones nos encontraremos atravesando el Bone Valley o Valle de los Huesos, que es como se conoce a este enorme yacimiento geológico que fuera descubierto por Francis LeBaron en 1881 y que es a su vez el mayor de este material en todos los Estados Unidos. Iremos de sur a norte pasando por sitios como Lansing, Kinsey, Limestone, Bridges, Ona, Vandolah, Ft Green Springs y Fort Green, enclaves que veremos junto a las líneas del tren, algunos de ellos son hoy pueblos fantasma o villas escasamente pobladas y extremadamente tranquilas conectadas por una estrecha y silenciosa carretera comarcal poco ajetreada. Luego nos desviaremos hacia el este, visitando College Hill y Bowling Green, en la que hace algunas décadas que las traviesas y vigas de acero fueron desmontadas. Un día como hoy en 1849 el ejército americano ocupaba nuevamente Fort Dallas, donde más tarde nacería la ciudad de Miami. En 1921, un potente huracán devastó los alrededores de la bahía de Tampa con vientos de 100 mph y una subida de las mareas de casi tres metros.
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Paisajes de Florida |
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Paisajes |
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Ganado |
Comenzaremos a tres millas y media al norte de Arcadia, capital del condado de DeSoto en el centro mismo del Sunshine State. El punto exacto es la pequeña población de Lansing situada en la County Road 661 y la NW 56th St/Coker Street, que es de paso uno de los apellidos de los pioneros de la región. Aquí las vías del tren cruzan la estrecha carretera atravesando a pocos metros de los patios traseros de algunas casas campestres que se alinean espaciadas entre campos sembrados por naranjos, zonas naturales donde predominan los palmettos y pinares o inmensas fincas en las que pastan cientos de cabezas de ganado. La elevación sobre el nivel del mar varía alegremente a lo largo de toda la travesía y por estas latitudes ronda los veinte metros. La paz reinante es indescriptible, incluso entre semana, el tráfico se limita casi exclusivamente a los pocos residentes locales y los grandes camiones cargados de la fruta por excelencia de la península. Este, como casi todos los asentamientos por los que pasemos de ahora en adelante, surgió por obra y gracia del ferrocarril.
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Cruce ferroviario en Lansing al principio de la ruta |
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Naranjos |
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Ranchos ganaderos |
Estamos al oeste del Peace River a apenas media milla de sus meandros y bancos de arena. Fue el rio de la paz para los conquistadores españoles que llegaron a este lugar en el siglo XVI en busca de oro y guiados por leyendas quien sabe si con fundamento o no. En el XVIII los primeros que reclamaron tierras se encontraron con que los indios ya no eran tan pacíficos debido a décadas de maltrato y humillación. Después de varias guerras, una de ellas fratricida, de la corta duración de la “Republica de Florida” y de la reconstrucción del país, muchos más se aventuraron a la auténtica última frontera. En esos primigenios vagones llegaban personas de toda clase y condición, eran tiempos en los que sobrevivir era complicado en una zona tan lejana e inhóspita. Los saqueos por parte de los nativos y las bandas de malhechores que campaban a sus anchas eran cosa común y los duelos de Saloon y tiroteos terminaban casi siempre con gente en la horca, método de ejecución que prevaleció hasta entrado el siglo XX. El escenario de todos estos acontecimientos podría haber sido por ejemplo, Kinsey, la siguiente estación de nuestra travesía, en la que ahora los pesados convoyes siguen de largo.
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Entrada a uno de los ranchos |
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Iglesia en Limestone |
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Al entrar al pueblo |
Ya habremos avanzado seis millas sobre la bicicleta, entrando al condado de Hardee. En apenas dos más alcanzaremos Limestone, que significa literalmente “Roca Caliza.” Se sabe que hacia 1913 había una escuela y una planta procesadora y de empaquetado de productos agrícolas que eran exportados a todo el país. A su vez, la Germain Lumber Company operaba un aserradero. Sin embargo, la depresión de los años ’30 causó la desbandada de casi todos los residentes. Sobre el camino, la carretera, llamada también Mosley Road hace un giro a la izquierda para luego seguir en dirección norte siendo desde ahora en adelante la CR 663. En esta curva vemos un bar que será de los pocos establecimientos que encontraremos en todo el trayecto. Muy cerca estará igualmente la iglesia local y antes de que nos demos cuenta, vemos el letrero verde que anuncia la entrada a la villa desde el lado opuesto. Ahora los enormes campos en los que pastan miles de vacas dejan paso a centenares de acres de cítricos que surgen de un terreno arenoso casi blanco. En esta temporada el color naranja predomina en las ramas y hasta en el ambiente se nota impregnado ese dulce olor.
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La carretera 661 hacia el norte |
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Paisajes |
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Bosques |
Seguidamente llegamos a Bridges, un pequeño punto en ciertos mapas, breve reseña en el GPS y poco más, un antiguo Depot, o apeadero de la Seaboard Railroad que al menos desde hace treinta años no ha visto una sola locomotora parar a su vera. Por otro lado, aquí se encuentra el Range Cattle Research and Education Center, controlado por la University of Florida. Esta estación experimental fue creada a finales de la década de 1930 para estudiar y palear las carencias del pobre suelo peninsular y su repercusión en la alimentación y desarrollo del ganado. Con ello no solo se ha conseguido mejorar dichas condiciones sino que a la vez, se han desarrollado nuevas técnicas, fertilizantes e hibridaciones, creando inclusive nuevas razas vacunas con lo que la industria cárnica se ha visto beneficiada sobremanera. Desde el comienzo, un grupo de ganaderos donó cerca de 3.000 acres de tierras al estado para este fin y aun hoy anualmente los aportes voluntarios por parte de conocidas compañías y terratenientes son extraordinarios. Volviendo a nuestra ruta, el asfalto no desprende demasiado calor en esta época del año y es necesario seguir en movimiento, por las noches, las temperaturas rondan a veces los cero grados Celsius.
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Pastos y robles |
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Lagos artificiales |
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Oficina postal |
A continuación iremos por espacio de cinco millas disfrutando el paisaje salpicado por algunas viviendas y trailers hasta llegar a Ona, un diminuto conjunto de calles desperdigadas entorno a la State Road 64 donde cuelga un semáforo en el cual la luz roja parpadeante reafirma las intenciones de la solitaria señal de stop. A la derecha vemos una gasolinera que es a la vez la tienda de abastos de la zona. Detrás de esta estuvo el motel de la villa cuyas habitaciones en la actualidad están ocupadas como si de apartamentos se tratase y su aspecto dista mucho del de sus momentos de gloria. Es la América profunda y estamos bastante lejos de cualquier gran ciudad. No obstante, las áreas rurales cada vez van recibiendo más población procedente fundamentalmente de México de forma considerable, dedicados casi por entero a la agricultura. Este emplazamiento fue fundado en lo que hasta entonces era Cowart’s Corner, los dominios de Reason Cowart, quien adquirió 160 acres en esta misma intersección mediante el Homestead Act alrededor de 1880. Tuvo una oficina postal en 1897 y se le llamó Ona en honor a un vástago de la familia Whiddons, de los primeros habitantes del lugar.
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Lagunas artificiales |
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Arroyos |
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Colinas y pendientes |
Más adelante, la CR 663 lleva el sobrenombre de Ft Green-Ona Road. A la altura de Vandolah Rd habrá una gran planta eléctrica que suple energía a gran parte de la zona. Las toscas torres de alta tensión avanzan a ambos lados de la carretera como gigantes de hierro interconectados por gruesos hilos conductores. Como es más que habitual, un buen método de aprender y verificar la historia de cualquier parte del mundo es a través de los carteles que nos muestran los nombres de las calles. Colonos, héroes, guerreros y sobre todo, lugares. Ese es el caso de este pueblo fantasma del que no queda absolutamente nada salvo un camino y la gran estructura generadora que ha sido llamada de igual manera. En sus días de gloria tuvo escuela, una tienda, oficina de correos, aserradero y hasta un hotel. Fue fundada por M. H. Vandolah, natural de Fort Wayne en el estado de Indiana. Acto seguido, el panorama cambia repentinamente, las vías férreas se multiplican en el lado izquierdo y grandes y ruidosas máquinas aparecen a la vista. Las interminables colas de vagones se suceden y los diques que protegen el vertido de contaminantes al exterior de las minas se elevan decenas de metros impidiéndonos ver al otro lado.
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CR 663 |
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Las vías del tren |
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Casas de campo |
Afortunadamente, desde las alturas el satélite nos muestra infinidad de lagos artificiales de centenares de hectáreas de extensión en algunos casos. Son los depósitos de fosfatos del Bone Valley o valle de los huesos y estuvieron enterrados durante millones de años hasta su descubrimiento en el siglo XIX. A pocas millas, en el condado vecino de Polk, estas horadaciones del terreno ocupan toda la esquina suroeste del mismo. El mineral es extraído junto a arcillas, arena y hasta uranio, presente en la zona de forma natural. Las fosas llegan a tener una profundidad de hasta veinte metros y una vez que son abandonadas, el estado requiere que sean retornadas y restauradas como humedales. Debido a la cantidad de agua subterránea de los acuíferos floridanos, siempre están inundadas. El material es luego transportado hacia la zona de Tampa para ser embarcado mayoritariamente con destino al lejano oriente. La otra cara de la moneda son las consecuencias ambientales de esta actividad ya que tras algunos desastres naturales como los frecuentes huracanes, toneladas de contaminantes se han filtrado a los ríos perjudicando flora y fauna y en ocasiones, poniendo en peligro las reservas de agua potable de infinidad de municipios en la región.
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Central eléctrica en Vandolah |
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Bosques de pinos |
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Viejo vagón de CSX |
Cuando la CR 663 termina debemos ir al oeste aunque no por demasiado espacio. Pronto iremos a la derecha en la prolongación de la carretera condal. Los alrededores vuelven a ser verdes como la denominación del enclave por el que circularemos, Fort Green Springs, que en el censo de 2010 contaba con 231 residentes perdiendo un 28% de población en el transcurso del último lustro. Esta es, vista desde las alturas, una de esas áreas reclamadas que ha sido convenientemente acondicionada. Los lagos, únicos testigos de la historia real yacen callados entre suaves colinas y bosques repoblados, un crimen casi perfecto para ojos ajenos salvo que el único lago natural del condado se encuentra algo lejos como vimos en la ruta #6. Ahora regresan las plantaciones, el ganado, las casas de campo, las cuestas. Antes de ir al este en la CR 664 cruzaremos brevemente Fort Green, un antiguo fuerte defensivo establecido en 1856 en la finca de James Dopson Green y que alojó a unas veinte familias durante la tercera guerra contra los Seminoles. Tras un moderado descenso atravesaremos un estrecho y sombrío puente. Los viejos robles cubren casi todo hacia arriba con su característico musgo colgante.
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Campos de cultivo |
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College Hill School |
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Abandono en College Hill |
Una especie de almacén abandonado y un edificio blanco de madera en el lado izquierdo con la inscripción College Hill Community, nos pone sobre la pista de estar en otra de esas comunidades mudas de las que hace ya mucho que solo sus moradores han oído hablar. Junto a la calle homónima, un puñado de viviendas y pistas de tierras. College Hill fue un pueblo agrícola dedicado al cultivo de la fresa y su escuela, que es la que vemos enfrente, abrió sus puertas en 1921. Era otra de las Strawberry Schools del condado y funcionaba de marzo a diciembre para permitir a los jóvenes trabajar durante la recogida del fruto. Ahora nos dirigiremos hacia el final del recorrido siguiendo el zigzagueo de la que ahora se convierte en la Main Street de la pequeña ciudad de Bowling Green. Hasta los 1880 se le conoció como Utica aunque quisieron llamarla Chester en honor a uno de los más longevos residentes. Un gran número de las familias de los alrededores provenía de Bowling Green en Kentucky y A. M. Chester en su modestia prefirió esta opción. La vieja estación levantada en 1912 queda junto a la calle principal y su falta de uso se nota fundamentalmente en el aspecto económico ya que hasta el hotel, un curioso edificio construido en un estilo Mission Revival, se encuentra abandonado a pocos metros. Ya no hay líneas y el único vagón en un antiguo Caboose de la Atlantic Coast Line que se puede ver en exhibición en la parte trasera. Es un lugar en el que el 30% de sus habitantes viven en la pobreza. La distribución étnica muestra una mayoría hispana de casi el 60% y solamente los residentes de origen mexicano representan un 50% del total.
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CR 664 |
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Estación de Bowling Green |
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Hotel en desuso |
En los límites de la urbe está el Paynes Creek Historic State Park erigido en lo que fue la Kennedy & Darling Trading Post, una posta de intercambio con los indios construida en 1849 tras la II Guerra Seminole. Las tensiones eran evidentes y por eso la autoridad federal ordenó establecerla lejos de cualquier núcleo poblacional a orillas de un riachuelo. Este era el límite de la reserva en aquellos años y no pasaron apenas tres meses cuando fue incendiada por unos nativos rebeldes. Por este motivo, el ejército levantó una cadena de fuertes militares alrededor de las tierras en las que habían sido recluidos los insurgentes. En el punto en el que estuvo la tienda se construyó Fort Chokonikla, que significa precisamente el almacén quemado. Cuentan las crónicas que los militares nunca fueron atacados por los cimarrones pero en menos de un año todos sus ocupantes murieron o abandonaron definitivamente la plaza por causa de las enfermedades transmitidas por los mosquitos. Hoy el conjunto forma parte del registro histórico nacional y el parque, de 410 acres fue abierto al público en 1981. Junto a este está el también famélico asentamiento de Torrey y un poco más al norte el pueblo fantasma de Jane Jay, un desaparecido enclave minero nombrado en honor a Jane H. Tatum. En este punto sobre la US 17, daremos por concluida la primera mitad de la travesía e iremos nuevamente sobre los mismos caminos hacia Lansing. Para circular en bicicleta habrá carriles o arcenes en la mayoría de vías. De todas formas siempre se recomienda precaución.
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